Una llamada telefónica la aparta del informe que prepara. Una anuncia invitación hace cambiar su mirada. Termina el informe, coge su saco, su bolso y sus llaves.
Se dirige al checador de la planta. Checa su salida, camina hacia el estacionamiento, aborda su auto. Enciente la radio, música en alto y emprende el camino. Un recuerdo nubla su mente, una lágrima rueda por su mejilla.
Se lleva la mano derecha a la melena. Se deshace el peinado, agita la cabeza; pareciera señal de rebeldía ante la realidad que vivía.
Se aleja manejando, no tiene lugar al cual ir. Nadie la espera. Apenas hace un par de semanas, tenía a dónde llegar, a dónde ir. Hoy, como de costumbre, no tiene nada. Sólo le quedan sus agotadas lágrimas y sus desgastados sueños.
Casi en automático, llega al bar de siempre. Todos la conoce, todos saben que está triste; su último affaire de una noche, la echó de su vida luego de jugar con ella apenas 20 días.
Entrega las llaves al valet parking, deja su sonrisa número 27 con la cigarrera de la entrada. Todos, la saludan al entrar, todos, incluso ella, fingen empatía.
¿Acaso la historia se repetirá? ¿Acaso esta noche sonreirá y reparará sus sueños? ¿Acaso espera conocer a otro jinete que le quite del corazón al que acaba de robarle la vida? ¿Acaso espera que ese jinete la lleve a la cama y despertar enamorada? Las preguntas de siempre, la pregunta de todos en el bar.
La mesa de siempre. La bebida de siempre. Las amigas de siempre que estuviera herida,como hoy. La sonrisa rota y la esperanza descolorida al anticipar la historia de siempre.
La música, las luces neón, los tragos, la desinhibición. La mezcla perfecta que siempre la llevaban a la misma y autodestructiva dirección: Aventuras de una noche confundidas con amor.
Otra vez, es la primera en ser Abordada. Otra vez, es por los meseros recomendada. Otra vez, baila y sonríe entusiasmada. Otra vez, la música, los tragos, la desesperanza y las ganas de que las cosas sean diferentes, de que la quieran pues, la arrastran a un frenesí de besos y caricias mustias que tienen que ser sofocadas en la clandestinidad de un motel. Otra vez, las amigas pasan a segundo plano.
Otra vez, pedir la cuenta para otra vez, salir del bar del brazo de una nueva y errónea esperanza que sólo la llevará al abismo de la concupiscencia. Otra vez, la chica del bar ha jugado sus cartas.
Mañana, al despertar será la chica plena y 'feliz', con ilusiones reparadas al calor del alcohol, impulsadas por un frenesí de besos y una acalorada pasión.
Para mañana por la tarde, seguramente tenga a dónde llegar, qué más da que sea por 20 o por 30 días, qué más da que sea por unas horas. Al menos esta noche, nuestra chica del bar, ahogará su dolor, sus miedos y sus esperanzas en el lecho de su nueva conquista. Al menos por unas horas, quizás días, será feliz y amada.
Ésas, son las cartas que cada noche juega la chica del bar, son las cartas a las que les apuesta. La urgencia de ser rescatada de la soledad, la hacen adentrarse a ella cada vez más.
Por hoy, La Chica Del Bar, disfrazada de modelo pudo ocultar sus lágrimas con unas copas y claro, bajo aquél antifaz, el de la frivolidad.
Pincha el link de la canción: La Chica Del Bar, Byron Barranco.
Y pensar que podemos caer en eso con tanta facilidas..
ResponderEliminarEsta es la historia de la humanidad a cuya dinámica se le ha nombrado como "relaciones autodestructivas"... en la historia, claro esta, no conocemos el rostro de la protagonista... y poco importan los nombtes y apellidos cuando todos caemos en lo mismo, solo cambia el nombre del protagonista, solo cambia el nombre del "círculo vicioso": nuestras adicciones solo son desesperados intentos por rescatar el paraíso perdido. Es nuestra nostalgia de eternidad la que nos lleva los brazos de las adicciones... #hedicho
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