A veces la vida -o el destino, qué se yo-, actúa de forma misteriosa y te pone en lugares y situaciones en los que alguna vez estuviste y que jamás pasó por tu cabeza volver a estar.
Anoche, fue una de esas situaciones -¿o será más bien, lugar?-. Por un breve instante tuve un encuentro con el pasado y, aunque no niego me llenó de alegría por un momento, una parte de mi me hizo ignorar lo que sucedía en respuesta a que otra parte, me hizo recordar todo lo vivido la última vez que hubo de tener lugar un encuentro así.
He de confesar que estuve tentada en saludarte pero al hacerlo, daría pié para situarnos nuevamente en ese recurrente e hiriente punto de partida que cada reencuentro, nos ha otorgado.
Por lo tanto, decidí mirarte nada más y tratar de recordar la persona que solías ser antes de todos los reencuentros y por supuesto, del último.
Prefiero conservarte en el baúl de los recuerdos, pero conservarte como te conocí, no como la versión estúpidamente vil que ahora sueles ser. Finalmente, prefiero pensar que yo también tengo mi lugar especial en tu baúl y que prefieres conservarme tal como yo te prefiero conservar a ti.
Hemos cambiado tanto que sería difícil reconocernos; nos hemos acoplado tan bien a nuestros disfraces crueles y pueriles, que apenas somos capaces de reconocernos a nosotros mismos. Ni siquiera en lo profundo de nuestros ojos, quedan rastros de lo que alguna vez fuimos.
Siempre que nos reencontramos es en Agosto. Pero este Agosto, ha sido diferente. En este Agosto, SOY TOTALMENTE DIFERENTE.
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