Viviendo, Escribiendo, Compartiendo.

El Ser Humano está aquí para darse a la humanidad. En la medida en la que puedas desprenderte de ti mismo, serás un humano distinguido.


26 de enero de 2011

Capitán.

La hora del paseo casi concluía cuando de repente una ola arrastró hasta sus pies descalzos un listón.

Mira Capitán, ¿verdad que es hermoso? – Le pregunta la chica a su can-.

Quizás las gaviotas nos lo mandan por portarnos bien –continuó-.

Capitán ladró dos veces, como si asintiera la afirmación de su dueña.

El paseo estaba a punto de acabar cuando Capitán ladró insistentemente.

¿Qué pasa Capitán, qué has visto? –Preguntó la chica-.

Capitán la empujaba con su hocico, gemía, agitaba sus patitas en dirección de aquél anciano. De pronto, su ama comprendió.

Ah! Ya veo. ¿Quieres que pasemos a saludar verdad? –Preguntó-. Capitán dio dos fuertes ladridos y su ama, entendió como respuesta.

Vayamos para allá Capitán! –Exclamó gustosa-

Llegaron a la escollera, había un anciano sentado. Parecía triste, un tanto enojado también. El primero en llegar hasta su encuentro, fue Capitán. De dos ladridos le saludó. Al anciano no le pareció, de hecho hasta protestó:

Vaya, uno busca tranquilidad y resulta que ni de un perro se puede escapar. Bah! –Dijo en tono hostil-.

Hola! Él es Capitán, desde el otro lado de la playa lo hemos visto y Capitán ha querido venir a saludar –dijo la chica en tono amistoso-.

Bah! Ahora resulta que el can la saca a pasear a usted señorita! Déjeme en paz. –Refunfuñó el anciano-.

Vaya! Está usted de malas! Y mire, la de gracias que Capitán le está haciendo caray, le ha caído usted bien! –Sonriente dijo la chica-.

A mi usted y su "Capitán" me valen gorro. Hágame el favor de retirarse, quiero estar solo. –Contestó parco el anciano-.

Antes de irme, quiero mostrarle algo. –A la chica sus ojos le brillaron más, como un niño cuando está a punto de revelar un secreto- ¿Lo ve? Me lo acaba de regalar el mar. –Tendía con su mano el listón-.

Vaya que es usted boba. ¿Cómo le va a regalar el mar algo tan bonito? Con razón su famoso ‘Capitán’, no le hace caso. Bah! –Otra vez el tono y el ceño de gruñón-.

Es bello, ¿verdad? –Insistió la chica mientras que Capitán, lamía la mano del anciano-. Ande, somos dos contra uno! Yo sí creo que el mar nos regale cosas. Quizás el regalo esta vez no sea el listón, quizás el regalo haya sido usted –afirmó con cierta altivez la chica-.

¿Yo? Acabáramos! Ahora resulta que traigo un moño de regalo en la cabeza!? Vaya que es usted insolente jovencita! –Refunfuñó más el anciano-. Mira nada más, regalo… Bah!

Ande, quizás es usted solo como lo somos Capitán y yo y pues, quizás por esta tarde el mar ha querido que no sea así. Mire, qué le parece que vigila a Capitán mientras voy en frente, a casa, por un par de tazas de té. ¿Le gusta el té? – Inclinándose hacia él, preguntó la chica-.

¿Té? Ni que fuera viejo! Aunque… Si tiene de anís mejor, ando como que indigesto desde el desayuno! –Contestó en un tono menos refunfuñón el anciano-.

De anís será! –Contestó ella en el momento en que se alejaba-.

 

¿Así que te llamas Capitán? –preguntó el anciano mientras que Capitán, daba dos fuertes y orgullosos ladridos, confirmando el hecho de su nombre-.

Te pareces mucho a mi difunto Capitán. Mucho. –Dijo con un tono de tristeza el anciano-.

Capitán sólo resolló en sus piernas. Se le acurrucó y con su hocicó, empujó la mano del anciano para luego halarla hacia su cabeza. Quería que le acariciara.

Parece que me has entendido Capitán, parece que me entiendes como mi Capitán! –Exclamó menos triste el anciano-.

Capitán se acomodó mejor. Le gustaba la calidez de las piernas del anciano.

Mientras el anciano contemplaba la puesta de sol, una mano se postró en su hombro izquierdo mientras que una voz le decía:

Tenga, aquí está. He demorado un poco porque le he buscado una rebanada de pastel. Espero le guste. –Sonrió la chica al momento de dársela-.

Señorita, es usted muy amable. Le ruego me disculpe por antes pero no me he sentido bien últimamente. –Argumentó el anciano mientras ocultaba sus lágrimas bajando la mirada-.

Lo sé, lo he escuchado. –Dijo ella-.

Pareceré ahora un tonto, ¿verdad? –preguntó el anciano-.

No señor, para nada. Yo amo a Capitán y no sé cómo me sentiría si él algún día me faltara. ¿Vive usted solo? –Preguntó ella-.

Si señorita, vivo solo. Mi esposa y mi único hijo fallecieron en el mismo accidente hace casi 37 años. No tengo hermanos ni sobrinos ni nada. Siempre tuve a mi fiel Capitán hasta que un día un vecino me lo envenenó. Quizás fue lo mejor, ya no veía el pobre y a veces cuando se me salía, se le metía al vecino pensando que era su casa. –Explicó el anciano mientras secaba sus lágrimas-.

Ya veo. Está usted muy solo entonces. Mire, Capitán y yo nos tenemos el uno al otro. Todas las tardes venimos a la playa a pasear pero siempre he creído que Capitán y yo, necesitamos un compañero de caminatas. ¿Qué le parece que sea usted? –Dijo ella en tono animoso-.

Sería un honor señorita. He de decirle que tengo ya una semana pasando por aquí y me quedo cerca, sin que me vea, porque su Capitán me recuerda mucho al mío. –dijo el anciano-.

¿Ve? Capitán nunca se equivoca. Yo creo Capitán también lo había visto a usted y hasta apenas hoy, se animó a saludarle. Entonces… ¿nos vemos mañana? –Preguntó insistente-.

Si señorita, considérelo una cita. –Respondió el anciano con otro tono, más animado-.

Sonriente, la chica respondió:

Bueno, aquí le vemos.

Acto seguido, lazó los hombros del anciano con su brazo derecho, cerrando así una promesa, una promesa que aunque nadie lo advirtiera, estaba hecha al primer Capitán.

4 comentarios:

  1. Me encantó Shaulis...está conmovedor y sobre todo esperanzador... con actos tan sencillos y llenos de alegría podemos siempre dibujar sonrisas...
    Gracias

    Y mando abrazos a las fieras

    ResponderEliminar
  2. Muy bonita historia y conmovedora... gracias por compartirla!!!

    ResponderEliminar
  3. Felicitaciones, querida Shaulita. Un gran relato. Lleno de motivos para vivir y buen humor. De eso se trata escribir y pensar. Vamos junt@s. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Gracias a los tres.
    Ara: Efectivamente, cada minuto de la vida nos ofrece la oportunidad de congraciarnos con nosotros pero sobretodo, con los demás.
    Carlos: Qué bueno que te gustó, de alguna manera cuando la escribí, sabía que sería para ti.
    Maestro; Un honor sus comentarios, gracias!

    ResponderEliminar