Que Veint...iOcho años NO son NADA...

Mi bisabuela solía decir:

Los años son para vivirse, no para contarse. La edad, es un rango al cual uno se adentra según se sienta.

Si si, ¡era sabia! Digo, no descubrió el hilo negro pero, nunca se quitó los años como suelen hacerlo muchas personas ni de hecho, aparentaba la edad que tenía –creo que falleció de 76 años-. En casa nadie nunca lo ha hecho; mi abuelita siempre decía orgullosa –jactándose de hecho- su edad; realmente nadie creía que tuviera una nieta de mi edad estando tan joven aunque claro, su minada salud ahora denotan sus 63 añotes. Mi mamá, a sus 46 años, tampoco le ha dado por quitarse la edad al contrario, siempre hace chistes de ello, siempre sale con cosas como:

Después de los 25, todo te duele.

Después de los 28, todo se te olvida.

Después de los 27, todo lo que comes indigesta.

Y podría citar mil y un ejemplos más. Podría mencionar también que Vicky, la que nos ayuda con el cuidado diario de mi Abuelita, tiene una obsesión con la edad; ella a sus treinta y siete años se siente, lo asevera, está convencida pero sobretodo, se ve vieja. Cosas que las mujeres de ‘pueblo’ tienen que halar. En fin, el cometido no es este, era algo así como un preámbulo de lo que quiero abordar.

Hoy cumplo 28 años. No sé si sean muchos – todo depende del cristal con que se mire – o si sean pocos. Digo, realmente no es un año más sino un año menos. Si si, un año menos.

Un año menos de ser arrogante. Un año menos de ser intolerante – también a la lactosa - . Un año menos de sonrisas. Un año menos de lágrimas. Un año menos de extremos cuidados para mi salud. Un año menos compartir con mis amigos – ya ni recuerdo cuando fue la última vez que nos vimos caray -. Un año menos de romperle el corazón a la gente que quiero. Un año menos de promesas sin cumplir. Un año menos de metas por conquistar. Un año menos de sueños y proyectos que tuvieron que aplazarse. ¿Ven por qué digo que es un año menos?

Desde hace algún tiempo, siempre que le pregunto a mamá qué quiere que le regale en Navidad, por mencionar algo, suelo recibir la misma respuesta:

Ay hija, nada mamita. No me hace falta nada. Tú, la Nena –mi abuelita-, las fieras y tu papá están bien. Es más que suficiente para mí.

Ahora entiendo a mi madre. Digo, no es que este año no quiera regalos ni nada aunque siendo honesta puedo prescindir de ellos sin daño colateral alguno – si si, un trauma por no recibir regalos de cumpleaños, le puede caer a cualquiera! -.

Siempre he dicho que soy práctica; que me gusta dejar de lado lo que nada me beneficia, lo que me incomoda e incluso, lastima. También he sostenido siempre que no hay nada más importante que mi pequeña familia humana y mi gran familia peluda – entiéndase las fieras -. Amo a mis pocos pero GRANDES amigos. Bendigo siempre a los que me rodean, me ‘caigan o no bien’, los conozca o no. Bendigo también la sabiduría que cada nuevo amanecer trae consigo. Asimismo bendigo mi trabajo, mis plantas,  mi cocina y mis ganas esas de ser mejor cada día.

He pasado cosas muy duras. He sobrevivido a varios sustos graves; de cuatro bronconeumonías con todo e intervención laparoscópica para extraer fluido de mis colapsados pulmones. Libré una hepatitis C y recientemente, un penoso cáncer de ovario. Si si, LO LIBRÉ!

Si si, eso de que la vida está compuesta por los momentos – buenos o malos - que te dejan sin aliento es meramente cierto. Los tengo clasificados, por orden alfabético, por color, por aroma, por fecha en el calendario y por cuanta categoría más pueda existir.

No, no es que los guarde para ‘amargarme’ simplemente, esos momentos han contribuido a que hoy día, vea las cosas desde otro punto de vista. El pasado no lo puedo – nadie puede de hecho - cambiar; está y estará ahí siempre. Gracias a él puedo vivir un presente tranquilo, con altibajos como todos, con alegrías como muchos y con esperanza como pocos. Gracias a él, el futuro valdrá la pena.

Puedo resumir que, a mis ya 28 años vividos, los he vivido al máximo, a tope, a todo lo que da. He hecho lo que he querido... Bueno, quizás no tanto porque aun no puedo quitarme las cadenas sentimentales que me atan a mis dos familias.

He viajado a donde he querido. Me falta kilometraje por caminar sin duda. Una promesa de visita a China debo concretar. He trabajado donde he querido, con quien he querido pero sobretodo, el tiempo que he querido. He adoptado los perros que he querido y les he buscado casas donde los amen. He plantado una inmensidad de árboles. He visto los más hermosos amaneceres pero sé que los más gloriosos, están aun por venir. 

He rectificado mi camino. Si si, pasé la época esa de desenfreno, de sudor y de destape sexual. También viví el desenfreno de la pachanga, el alcohol y desvelos. Me he vuelto más tolerante. Soy un tanto más consiente de mi entorno. Me ocupo más que preocuparme por las cosas que pasan en mi rededor; opino menos y actúo más. He aprendido a que no tengo que convivir con personas que no me agraden. He aprendido a decir 'NO' con mayor sutileza. He aprendido a querer más, a sonreír más, a vivir más y a llorar menos.

Me faltan muuuuchas cosas por aprender. Ser más humilde es una de ellas. Otra es claro, esa manía que tengo de sacar de dudas a la gente. Muchas otras por conocer. Miles por hacer pero sobretodo, me faltan AÑOS PARA VIVIRLOS, NO PARA CONTARLOS.

Gracias a TODOS los que me han acompañado en estos ya, 28 años.