Domingo 2 de octubre, 1640 hrs para ser precisos. Estaba ahí, a la salida de la central de autobuses de mi ciudad, esperando por mi cuando debió haber sido al revés. Si si, al revés, en eso habíamos quedado pero bueno, he de confesar que un no sé qué que qué se yo, me complicó mucho dormir la noche anterior y por ello, me levanté tardísimo y todo mi día, se retrasó.
Estaba en casa haciendo tiempo para encontrarle cuando sonó mi celular y claro, era él.
Ya voy para allá, respondí.Sale, aquí te espero, respondió.
Quizás 15 minutos me tomó llegar a la cita. Pensé mil y un cosas, entre ellas, cómo lo iba a encontrar entre la multitud. Mensa que eres, me respondí. Lo encontrarás y si, así fue. Estaba a punto de llamarme porque ya estaba desesperado. Un tímido cómo estás, acompañado de un abrazo contenido, fue el saludo inicial. Por fin y luego de '5 años', conocía 'en cuerpo presente' al apreciado Al.
Caminamos, platicamos, caminamos, llegamos. Un café, unos chistes bobos, unas sonrisas y algunas carcajadas estruendosas, formaron parte de una esperada cita a la que he llamado, la cerecita del pastel. ¿Por qué? Déjame te digo:
No, no son cinco años sino casi dos los que teníamos de 'conocernos'. Pasó y hubo de todo en ese tiempo, como en botica. Si si, desde ojitos, sacadas de lengua, escupitajos a la cara, malos entendidos, resolución de los mismos, conocer personas extraordinarias a partir de ti, más malos entendidos, malos modos y malas caras mismos que llevaron a unos mails agresivos, un distanciamiento y... Creo que la oportunidad de valorar y sopesar lo bueno -buenísimo de hecho- y malo -casi nada- de tan peculiar amistad.
Una cita más que necesaria, la primera de hecho. Una cita que lo único que hizo fue refrendarme lo atinado que ha sido el paso de este ya casi par de años. Con todo y sus malos tragos porque gracias a ellos ahora puedo ver con mayor objetividad al espléndido ser humano que es mi amigo Alejandro.
Todo fue tan raro, tan familiar, tan como si lo conociera desde siempre que, no me queda más que pensar que si para algo ha valido la pena mi incursión en las redes sociales, ¡es porque lo encontré ahí!
Lo único malo de la cita, fue que tuvo un final pero pues, el primer paso ya se dio y ya habrá tiempo de que se dé un segundo, un tercero o un cuarto... O lo que sea pero que implique volver a tomarme un café con él.
Gracias por avisarme que venías y gracias por tomarte tiempo para un café. Cuando quieras, serás bienvenido y ya sabes, el aprecio y cariño que te profeso es ciento por ciento fraterno. Te admiro y estás inmerso en el selecto grupo al que denomino... AMIGOS ENTRAÑABLES.
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