Viviendo, Escribiendo, Compartiendo.

El Ser Humano está aquí para darse a la humanidad. En la medida en la que puedas desprenderte de ti mismo, serás un humano distinguido.


12 de agosto de 2010

'La Rutina'.


La despertó el incandescente rayo de sol que lograba colarse a través de su persiana. Iluminaba la desnudez tendida sobre la cama, su cuerpo, era dicha estampa.divagando
Se estiró un poco y sin abrir los ojos, quiso alcanzar su reloj para checar la hora. Lo que cogió justo cuando empezaba a sonar, era su celular. No le tomó importancia, checó la hora y casi automáticamente, salió de su cama y se metió a la regadera.
Apenas y tenía tiempo de hacer una parada antes de llegar a la oficina. No lo tenía planeado como solía hacerlo pero, el rayo de sol que la despertó y el vigoroso baño que tomó, la habían motivado a hacer dicha escala.
Su arreglo fue más esmerado que de costumbre. Eligió un coordinado de satín color uva, braga diminuta, brassiere de media copa, liguero y medias negras. Se perfumó donde siempre; en las muñecas, detrás de las orejas, los hombros y detrás de las rodillas. Se puso el conjunto de falda y saco rojos que sabía lo enloquecía, los tacos negros que él mismo le había regalado. Buscó sus aretes de circonio y el collar que le hacía juego. Al salir, leyó su celular. Era él.
'La Rutina', como ella le llamaba, la practicaba al menos tres veces por semana. Le resultaba inquietante salir a encontrarse con alguien desconocido para ella. Ese morboso y enfermo juego que los había enganchado hacía ya un par de años atrás. Él, su compañero actual, lo había conocido de esta manera.
El tiempo entre su casa a la parada donde pondría en práctica 'la rutina', había terminado. Estacionó su auto, descendió de a poco del mismo, un valet ofue a auxiliarla, se puso sus lentes de sol, meneó un poco su melena y al alzar nuevamente la mirada, lo encontró.
Al descubrirlo, supo que sería necesario tomarse la mañana por lo que habló a la oficina a girar instrucciones a su equipo de trabajo, estaría ausente por al menos cinco horas...
Entró al restaurante, se sentó cerca de la mesa del apuesto hombre. Bastaron un par de miradas para que 'disimuladamente', él enviara una nota con el mesero.
Seguramente beber las mimosas de la barra desde tu pelvis, sería un divino placer.
Al leer la nota, no pudo evitar estremecerse y humedecerse. Delicadamente cambió de posición sus piernas para rozarse, miró nuevamente al hombre de la mesa de enfrente y con una mueca en sus labios, lo invitó a seguirla al baño. Se encontraron y:
Ella: ¿Sabes? Sé de un hotel donde sirven unas Mimosas deliciosas.
Él: ¿Será que haya todavía?
Ella: Pues... Si no vamos, no podremos averiguarlo! Te espero en el estacionamiento.
Pagó su cuenta, se dirigió a su auto y mientras lo esperaba, releía la nota mientras con su mano derecha, hurgaba debajo de su falda. El calor y las ganas, estaban a punto de darle un orgasmo cuando de repente él, irrumpió en su auto.
Él: ¿Estás segura? Digo, apenas y te he visto hace media hora y...
Ella: ¿Qué sucede? ¡Solamente tienes que desearlo para que suceda! O qué, ¿nunca habías fantaseado con llegar a un lugar y encontrarte a una mujer como yo que te invitara a gozarla sin miedos y sin frenos?
Él: Es que... Me parece tan...
Ella: ¿Loco? ¿Imprevisto? ¿Vulgar? ¿Excitante? ¿Peligroso? Vamos, es el sueño de TODO hombre y -se aproximaba a su oreja sugestivamente mientras su mano, empezaba a acariciar su entrepierna-... Ahora tú, puedes hacerlo realidad -cogió una de sus manos y lo guió justo debajo de su falda-... Conmigo.
Él: Tienes razón pero... ¿Te parece mejor si nos vamos en mi auto? Es una camioneta, es espaciosa y...
Ella: Mira, es que soy casada. Si vamos en mi auto, no hay 'peligro' ya que puedo argumentar que eres un cliente. Nunca suelo ir en los autos de mis clientes.
Él: Ok, hagámoslo así.
Durante el camino, las caricias, jadeos, sudores, olores, besos, palabras obscenas y la acumulación de deseo, inundaron el ambiente.
Ella: Hemos llegado. Acércate a la recepción, pide la habitación 301, está a mi nombre. Mientras, te espero cerca de las escaleras, no uses el ascensor por favor.
Él: Así lo haré.
Tal como ella lo pidió, siguió las instrucciones y se encontró con ella en las escaleras. El hotel, era muy lujoso. Empezó a entender que no era la primera vez que ella lo hacía. Eso lo excitó más. Empezó a dudar ya que al estar al pie de las escaleras no la veía cuando de repente, sintió una mano en sus hombros que lo halaba hacia atrás. Era ella.
Ella: Anda, ven conmigo.
Él: Si... claro. -Apenas y podía articular palabra, estaba tan absorto que apenas y comprendía lo que estaba haciendo-.
Había escogido ir por las escaleras porque sabía que nadie las usaba por tanto, podía dar la primer muestra de sus dotes.  No se contuvo más e intempestivamente, se postró delante de él atrayéndolo con sus manos. Empezó a besarlo como si fuera la última vez mientras que desesperadamente, cogía sus manos y las guiaba sobre el contorno de sus caderas y poco a poco, guiaba una debajo de su falda.
Al llegar al segundo piso, lo jala consigo hacia el ascensor. Él apenas y puede mantener se en pie. Ella parece estar desesperada. Los diestros dedos de él la han hecho estallar al menos tres veces en un breve lapso. Por fin, llegan a la habitación.
Él: ¿Estás segura de que quieres que sigamos?
Ella: ¿Estás seguro tú de querer seguir? Vamos hombre, ¿no te has dado cuenta de TODO lo que puedes experimentar?
Él: ¿Sabes? Esto de 'La Rutina' siento que nos está rebasando.
Ella: ¿Quieres callarte? ¡Solo necesitamos pretender que no nos conocemos! ¿Acaso no te resulta excitante pensar que podría hacerlo con cualquiera que no seas tú, MÍ marido?
Mientras lo confrontaba, no dejaba de besarlo, de tocarlo, de estrujarse en contra de él, de frotarse, de mordisquear su oreja. Mientras tanto, él quería apartarla pero al mismo tiempo, se moría de ganas de irrumpir en ella, de que su sexo lo cobijara.
Él: Es precisamente eso lo que me preocupa. Soy tu marido, NO 'tu rutina'.
Ella: Anda, será la última vez, ¡lo juro!
Se separó de él, se dirigió de espaldas hacia la cama mientras desabotonaba cuidadosamente su saco. Se sacó los tacones, la blusa, la falda. Quedó en ropa interior mientras que podía ya tocar con su pierna, el filo de la cama.
Se trepó en ella cual gata en celo, dándole la espalda a él, mostrando así su caderas, su sexo. Al mismo tiempo, se tocaba con la mano y gemía. Él, simplemente la observaba. Se tocaba. Ella, al sentir su mirada y al sentirse más húmeda, se dio la vuelta para verlo al tiempo que se recargaba sobre sus hombros y abría sus piernas. Fue con una de ellas, con la que invitó a su amante a la cama. Él no vaciló en entrar en ella.
Ella: ¿Ves? Tan fácil que es hacerme feliz.
El jadeo y el calor eran cada vez más intensos.
Él: Tienes razón.
Ella: Anda, cógeme así.
Apenas y hubo tiempo de recostarse sobre el colchón y el primer grito de placer de ella, se dejó sentir. Él, terminaba de desnudarla, de desnudarse a sí mismo mientras que ella, seguía moviéndose por los dos.
Tomó ella el mando. En menos de cinco minutos, habían terminado el primer encuentro. Se levantó intempestivamente de él, él quería seguir sintiéndola, seguirse mojando de ella, comiendo de sus senos y entonces...
Ella: Acompáñame.
Él: Claro.
Lo condujo al baño. Cogió la botella de vino que había solicitado estuviera en la habitación para su llegada. Lo cogió de la mano. Puso a llenar la tina. Se sentaron al borde de la misma, él comenzó a besarla y tocarla. Ella se estremecía. Él se levantó, se postró frente a ella de rodillas, abrió sus piernas. Empezó a tocarla, a beber de su cáliz de licor. La tina estaba a punto. Ella, se estremecía, cerraba sus ojos como si al cerrarlos pudiera magnificar su placer, gemía, pedía más, pedía vehementemente ser penetrada.
De un golpe, la penetró y de otro, la levantó. Sin soltarse, se adentraron a la tina. Parecían dos bestias en celo. Ella lo aprisionó dentro de si. Lo acariciaba, lo apretaba, lo sostenía en momentos. Se estremecía. Alcanzó a coger la botella de vino y empezó a derramarla en su pecho mientras que él, desesperado, bebía de ella y se movía dentro de ella, como si fuera la última vez.
parejasex
Un par de movimientos circulares, una caricia más íntima, una mirada, un beso, un acercamiento. Su vagina cada vez lubricaba más, apretaba más  mientras que él, crecía y crecía y crecía más y más dentro de ella. Las miradas, los besos entrecortados, los suspiros, los gemidos.
Él: Me enloquece hacerlo así contigo.
Ella: Entonces... ¿Seguiremos con 'la rutina'?
Él: Por supuesto cariño.
El orgasmo alcanzado, pudo calentar la misma agua en la que estaban sumergidos. Terminaron ella sobre él y él atrayéndola hacia él. Ella lo aprisionaba, lo besaba desesperadamente como si quiera agradecerle. Él, simplemente la acariciaba, en sus ojos había un inmenso amor, unas ganas inmensas de amarla y cuidarla para siempre.
Hicieron el amor en la cama. Se bañaron y se alistaron para asistir cada uno a su oficina. Salieron del hotel de la mano, como lo que eran, esposos que de vez en vez, jugaban a escaparse y sumergirse dentro de 'La Rutina' como ellos la habían nombrado. Un juego de roles que empezó hacía dos años atrás en donde ella, pretendía no conocerlo y él, se dejaba seducir.
Ella condujo hasta el restaurante, lo dejó ahí y se marchó con rumbo a su oficina.
Ella: ¿Nos vemos para cenar?
Él: Por supuesto amor, ¿llevo el vino?
Ella: Por favor!
Él: Hasta la noche entonces.
 

2 comentarios:

  1. Shau, bien bien. Muy bien, me agradó bastante.
    Un relato muy excitante, sólo que creo que algunas de las conversaciones cortaban el momento...o no iban al ritmo de la escena.

    Por lo demás (un par de acentos faltos, y errores ortográficos) muy bien.

    Saludos.

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  2. Para mi gusto es momento de buscar todos los concurso de cuento o relatos cortos que haya en México y empezar a mandar tus relatos... felicidades!

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